MENSAJE DEL DÍA 2 DE SEPTIEMBRE DE 2000, PRIMER SÁBADO DE MES,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL
(MADRID)
LA
VIRGEN:
Ya estoy aquí, hija
mía, otra vez más, para avisar a los hombres, aunque los hombres siguen
obstinados en hacer su voluntad.
Permaneced, hijos míos,
en el temor a Dios. Si permanecéis en el temor a Dios, permanecéis en la luz, y
el que permanece en la luz no está en tinieblas y sus obras son buenas. Pero
aquéllos que permanecen en la tiniebla, sus obras no vienen de lo alto, sus
obras son malas, porque odian la luz y no están en la verdad. El que está en la
verdad no pierde la mirada del Creador; pero aquéllos que están en las tinieblas
obran como los hombres que están en la Tierra, sin poner el pensamiento en Dios,
que sólo hablan de las cosas de la Tierra. ¿Cuántas veces, hijos míos, os he
avisado que vuestro pensamiento esté en Dios para que os despeguéis de la sangre
y de la carne y de lo doméstico? ¡Cuántas almas se pierden, hija mía, por los
apegos mundanos, porque sólo adoran a un señor: al mundo, a sus vanidades!
Adoran los siete pecados capitales, que son los que están en triunfo en la
Humanidad; y la carne, hija mía, es la que los introduce en lo profundo del
Infierno. Pero los hombres siguen viendo que el mundo está en una situación
buena. Sólo los ciegos y los sordos pueden pensar así. ¡Ay, hijos míos!, los
hombres se han olvidado de orar, los hombres no quieren renunciar a las
pasiones, y por eso el rey del mundo, que es Satanás, está haciendo estragos en
todos los lugares, hijos míos. Con oración, sacrificio y penitencia el demonio
huye de los hogares, de los conventos y de todas aquellas comunidades que se han
aletargado.
Hija mía, la mayoría de
los hombres están poseídos por Satanás, y como hoy no ven, hija mía, la
posesión, ni tienen almas dispuestas a aplicar la gracia para echar los demonios
de sus cuerpos, hija mía, cada día el mundo está más poseído por el demonio. Hay
posesos, hija mía, a montones por todo el mundo; ¡que no aplican exorcismos para
echar esos terribles demonios de sus pobres almas!; no encuentran quien les
ayude a liberarse de esa esclavitud.
Por eso hago un
llamamiento a aquellas almas que tengan una preparación para hacer exorcismos,
que liberen a estas pobres almas de los engaños y de la tristeza donde los ha
engullido Satanás. Almas, aquéllas que tenéis poder para hacerlo: orad mucho y
haced ayunos y penitencia, para poder liberar a tantas y tantas almas
angustiadas.
Hija mía, mira, casi
medio mundo está poseído por el enemigo...
LUZ
AMPARO:
¡Ay, Dios mío, qué
horror!, ¡ay!
LA
VIRGEN:
El demonio se apodera
de sus almas porque los hombres han abandonado a Dios y se encuentran en
tinieblas, y quieren salir de esas tinieblas pero no encuentran la luz, porque
no encuentran almas que les ayuden a salir de donde están metidos, hija mía.
Orad mucho, orad. Ayunad, hijos míos, haced penitencia, para que los hombres
vuelvan la mirada a Dios y se liberen, que están encadenados a Satanás, y sólo
con la oración, el ayuno, se puede echar a estos demonios, hija
mía.
EL
SEÑOR:
¡Ay, guías de los
pueblos, ayudad a las almas, que hay almas necesitadas; ejerced vuestro
ministerio y no perdáis el tiempo, muchos de vosotros, en críticas, en
murmuraciones y en persecuciones! ¡Tanta necesidad como hay en las almas, hijos
míos, y perdéis el tiempo! ¿No os da pena, hijos míos, que habéis olvidado de
ejercer el ministerio que habéis escogido? Que muchos de vosotros sois
funcionarios, os lo repito, hijos míos, no sois pastores de almas. Sed
obedientes a la Iglesia, hijos míos. Obedeced al Vicario de Cristo y cambiad
vuestras vidas, que hay mucha mies, hijos míos, pero pocos pastores. Os dedicáis
muchos a sembrar, entre el trigo, cizaña, y esa cizaña no se puede sacar del
trigo porque estáis dañándolo, hijos míos. ¿Por qué no sabéis reconocer el bien
del mal? Ni entráis en el Cielo ni dejáis entrar. ¿No os da pena de perseguir
tanto a los que quieren hacer la voluntad de Dios? ¡Ay, aquellos pastores
cobardes que no han sido capaces de defender esta Obra y de seguir el camino que
marqué para su propia salvación! ¡Ay, no rechacéis las gracias, hijos míos, que
cuántas almas se acobardan de seguir a Cristo tal como Él vivió en la Tierra!;
le siguen a medias. Os llamáis cristos, “cristificados”; pero, ¿os
“cristificáis”, hijos míos? Cristo se “cristificó”: Cristo fue crucificado, fue
calumniado, fue abofeteado; y vosotros no os dejáis aconsejar ni queréis
escuchar la voz de Dios.
Bebe unas gotas del
cáliz del dolor, hija mía, por estas pobres almas... Esta amargura, hija
mía, es la que sienten nuestros Corazones por los pecados de las almas tan
queridas por nuestro Corazón. Pedid por ellos, hijos míos.
LA
VIRGEN:
Y vosotros, sacerdotes
queridos de nuestros Corazones, cambiad vuestras vidas, volved y recoged el
rebaño, y dedicaos en cuerpo y alma a recoger los rebaños que están por ahí
perdidos, hijos míos. Sed sacerdotes queridos de nuestros Corazones. Mirad al
Cielo, hijos míos, y dejad las pasiones y retiraos del mundo. Aquéllos que no
habéis tenido la fuerza de seguir mi voz, hijos míos, cómo os atraen los halagos
y la voz de los hombres, rechazando la voz de Dios. ¡Qué triste está mi
Corazón!
Vosotros, hijos míos,
todos los que acudís a este lugar: llenad vuestro espíritu de fortaleza y no os
abandonéis, hijos míos; seguid el Evangelio, acercaos a los sacramentos, a la
Penitencia, y vivid en unión con Dios, hijos míos. Amaos los unos a los otros.
Tened caridad, hijos míos, unos con otros y perdonaos unos a otros. Y es cuando
os podéis llamar míos. Orad; no dejéis de orar, hijos míos, ni de alimentaros
con el Pan de Vida. Acudid a este lugar, que recibiréis muchas gracias, hijos
míos, para vuestras pobres almas.
Levantad todos los
objetos, hijos míos; todos serán bendecidos para los pobres
pecadores...
Os bendigo, hijos míos,
como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu
Santo.