MENSAJE DEL DÍA 4 DE NOVIEMBRE DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     LA VIRGEN:

     Hijos míos, aquí está vuestra Madre para protegeros con su manto a todos aquéllos que acudáis a este lugar. No os dejéis engañar ni seducir por Satanás. Satanás quiere destruir mi Obra, y muchos falsos videntes están acudiendo a este lugar para arrastrar a grandes masas de almas. Orad, hijos míos, para que sepáis distinguir la mano de Dios y la del enemigo. Satán está seduciendo a la Humanidad para apoderarse de gran parte de ella; a la juventud la conquista con modas inmorales y escandalosas para provocar a los hombres; caen en la lujuria, hijos míos, y después que han caído en la lujuria, caen en las drogas, en el alcohol, en el robo y en el crimen.

     Levantad vuestras plegarias, hijos míos, y reparad tantos y tantos pecados como se cometen en la Humanidad. No hay medio humano para salvar a la Humanidad que no sea la oración, el amor y el sacrificio.

     Quiero, hijos míos, que viváis en una gran casa y renunciéis a vuestros bienes y compartáis con los demás los bienes que Dios os ha dado. Quiero que no estéis apegados a nada; que viváis como peregrinos en la Tierra, predicando el Evangelio y amando nuestros Corazones. Los hombres no quieren acatar las leyes de Cristo. El mundo se ha sometido sólo al pecado, y grandes calamidades caerán sobre la Tierra; y lo mismo que cuando el Diluvio los hombres estarán ciegos y sordos. Por eso quiero, hijos míos, tener un gran número de almas y renovar vuestro espíritu en la pobreza, en la humildad, en la obediencia. Quiero que seáis todos uno, y que lo de todos sea de uno, y lo de uno sea de todos, hijos míos. Eso es cumplir el Evangelio.

     Venid a mí, hijos míos, y refugiaos en mi Inmaculado Corazón; en él está el Arca de la Alianza, donde hay una fuente inagotable de gracias, que la derramaré sobre todos vosotros. Dios ha permitido que todas las gracias las recoja mi Corazón para derramarlas sobre los hombres. Yo haré, hijos míos, que con todas estas gracias seáis pobres en la materia y en el espíritu, seáis mansos, seáis pacíficos, seáis misericordiosos, sepáis llorar vuestros pecados, sepáis tener hambre y sed de justicia y, sobre todo, hijos míos, seáis limpios de corazón.

     Todo el que venga a este Corazón será encaminado en el camino de la salvación, hijos míos. Pero, ¡ay de aquéllos que no quieren acatar las leyes de Cristo!, serán quemados como la paja seca. Y ¡ay, dichosos de aquéllos que acaten estas leyes!, verán el Sol, y en el Sol, de sus rayos, encontrarán la salvación eterna.

     Sembrad buena cosecha, hijos míos. Lo que sembréis, recogeréis.

     No quiero, hijos míos, que tengáis nada vuestro, quiero que viváis como los primeros cristianos; y quiero que reparéis tantas y tantas ofensas como ofenden nuestros Corazones. Sólo hay un camino, hijos míos, ese camino es Cristo; Él os lo dejó escrito: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.

     No entrará en el Reino de los Cielos ni el mentiroso, ni el lujurioso, ni el hipócrita.

     Caminad hacia Cristo, hijos míos; Él es la Mansedumbre y os enseñará a ser mansos y humildes de corazón.

     Yo prometo a todo el que acuda a este lugar no abandonarle, y en el momento de la muerte llevarle al Cielo de mi mano.

     Acercaos a los sacramentos, hijos míos. Todos aquéllos que recibáis esta gracia, confesad vuestras culpas, convertiros y arrepentiros.

     El tiempo se acerca, hijos míos, y la salvación está en vuestras manos. Orad mucho, que orando no caeréis en tentación, hijos míos. Amaos los unos a los otros. Yo os iré indicando el camino. Vosotros no tenéis que hacer nada más que la voluntad de Dios.

     Tú, hija mía: te pido humildad y sacrificio por los pobres pecadores. Que no te angustie nada, ni la calumnia, ni el desprecio.

     Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados como se cometen en la Humanidad...

     Nuestro Corazón está afligido, hijos míos, porque los hombres no se paran de ofender a Dios y cada día se introducen más almas en el abismo. Se dejan seducir y engañar por la astucia del enemigo y rechazan la cruz, hijos míos.

     No dejéis de acudir a este lugar, que mi Corazón derramará gracias sobre todos vosotros.

     Esta bendición será especial para los moribundos. Todos aquellos objetos que sean bendecidos, aplicadlos sobre los moribundos y recibirán gracias de salvación eterna.

     Quiero que todos los días, hijos míos, os reunáis y me saludéis con el Ángelus, ¡me agrada tanto este saludo, hijos míos!

     Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con gracias especiales para los moribundos...

     Todos han sido bendecidos, hijos míos.

     Yo os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

     Adiós, hijos míos. Adiós.