MENSAJE DEL DÍA 8 DE DICIEMBRE DE 1982,
LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN:
Hija mía...; soy, hija mía, la Pura e Inmaculada Concepción. El mayor título en el mundo, hija mía, que me pudo otorgar mi Creador y Señor, fue ser Pura e Inmaculada. Ninguna, hija mía, ninguna criatura humana tuvo ese privilegio, hija mía. También tuve el privilegio, después (1)de ser Inmaculada y Pura, ser Madre de mi Creador y Señor.
Hijos míos, sed imitadores de mi pureza... La virtud más importante es la pureza, hijos míos. Después: la humildad, la pobreza y el sacrificio, hijos míos. Yo prometo a todo aquél que crea en mi pureza y que se haya encomendado a mi Inmaculado Corazón, darle todas las gracias necesarias para entrar en el Reino del Cielo.
Hijos míos, hijos míos, oración y penitencia es lo que pido, hijos míos; como vuelvo a pediros, hijos míos, que prometo que mi Inmaculado Corazón salvará a todo aquél que le pida la gracia necesaria; lo mismo, hijos míos, que prometí un día que Rusia sería convertida. Rusia será convertida, hijos míos.
Llevad mis mensajes por todos los rincones de la Tierra. Haced caso, hijos míos; el tiempo se aproxima, hijos míos. Os quiero salvar a todos.
Hija mía, vuelve a escribir otro nombre... Besa el Libro, hija mía... Otro nombre, hija mía; no se borrará jamás este nombre; está escrito en el Libro de la Vida.
Besa el suelo, hija mía, por mis almas consagradas...
Procurad, hijos míos, estar preparados para que, cuando el Hijo del Hombre se presente, le recibáis con buena disposición, hijos míos. Levántate, hija mía; arrodíllate... Esto, hija mía, es un acto de humildad, ofrécelo por los pobres pecadores.
Mira mi Corazón, hija mía: cada vez está más lleno de espinas. ¡Qué ingratos son los humanos, hija mía! Sólo puedes quitar una, sólo se ha purificado una, hija mía. Mi Corazón está cercado y traspasado de dolor por toda la Humanidad... No toques más, hija mía. Cada día se cerca más mi Corazón de espinas.
Apura otro poco del cáliz del dolor... Está muy amargo, hija mía. Esta amargura es la que siente mi Corazón por todos mis hijos, sin distinción de razas, hija mía...
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, en el nombre del Hijo y del Espíritu Santo.
Sé humilde, hija mía, sin humildad no se consigue el Cielo. Adiós.
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(1) “Después”, parece actuar aquí como adverbio de tiempo, denotando posterioridad. María fue creada pura e inmaculada para ser después Madre de Dios.
8-Diciembre-1982
Como se puede comprobar por la fecha, este mensaje lo recibió Luz Amparo en la solemnidad de la Inmaculada Concepción; en el mismo, se hace referencia a este dogma mariano.
«El mayor título en el mundo, hija mía, que me pudo otorgar mi Creador y Señor, fue ser Pura e Inmaculada (...). También tuve el privilegio, después de ser Inmaculada y Pura, ser Madre de mi Creador y Señor» (La Virgen).
«Después» parece actuar aquí como adverbio de tiempo, denotando posterioridad. María fue creada Pura e Inmaculada para ser después Madre de Dios, desde el momento que otorga su «sí» al Señor a través del arcángel san Gabriel. Todos los privilegios de nuestra Señora están en función de su maternidad divina. Hay que entender estas declaraciones de la Virgen María con otras de un mensaje posterior, pronunciadas por Ella misma, que completan y aclaran las primeras:
«Te he dicho, hija mía, en otra ocasión, que el privilegio más grande fue... —no confundáis los humanos—, el más grande fue: ser Madre de Dios mi Creador; pero, después de ser Madre de Dios mi Creador, el mayor don que Dios mi Creador me otorgó fue de ser Pura e Inmaculada» (7-9-1985).
La Santísima Virgen es la Purísima, la llena de gracia, de virtud y pureza, a la vez que es la Inmaculada o la que estuvo libre de cualquier mancha de pecado, incluido el pecado original, a que se refiere el dogma proclamado por el beato Pío IX en 1854.
Continuamos transcribiendo el mensaje inicial:
«Hijos míos, sed imitadores de mi pureza... La virtud más importante es la pureza, hijos míos. Después: la humildad, la pobreza y el sacrificio, hijos míos. Yo prometo a todo aquél que crea en mi pureza y que se haya encomendado a mi Inmaculado Corazón, darle todas las gracias necesarias para entrar en el Reino del Cielo» (La Virgen).
«La virtud más importante es la pureza...». No dice que sea la más grande y excelsa; se puede destacar su importancia si la consideramos como raíz de otras muchas virtudes. En el polo opuesto, la impureza no es el mayor pecado en sí, sino como raíz y fuente de muchos pecados. Es un dicho común en la vida ascética que «Dios castiga al soberbio con la humillación de la impureza». Es interesante la explicación que sobre esto ofrece san Gregorio Magno: «(La lujuria origina) la ceguera de espíritu, la inconsideración, la precipitación, la inconstancia, el egoísmo, el odio a Dios, el apegamiento a este mundo, el disgusto hacia el mundo futuro» (1) .
«...prometo que mi Inmaculado Corazón salvará a todo aquél que le pida la gracia necesaria; lo mismo, hijos míos, que prometí un día que Rusia sería convertida. Rusia será convertida» (La Virgen).
En los mensajes de Prado Nuevo, la Virgen no deja de presentarse bajo la advocación de su Corazón Inmaculado; esta vez, hace una promesa más entre tantas: asegura la salvación a todo el que le pida la gracia necesaria para salvarse. La salvación eterna es una gracia de Dios, pero requiere la colaboración de la criatura; el alma puede aceptar o rechazar la oferta de salvación eterna ofrecida por Dios; se ve claramente en la conocida frase de san Agustín: «El que te creó sin ti, no te salvará sin ti» (2) .
La misma Virgen en Fátima prometió la conversión de Rusia, si se realizaba lo que Ella había pedido: consagrar dicha nación a su Corazón Inmaculado por el Papa y todos los obispos en unión con él. Juan Pablo II hizo una consagración solemne del mundo el 25 de marzo de 1984 en Roma, a la que se unieron los obispos de la Iglesia Católica, pero sin mención expresa de Rusia. El día anterior, en su mensaje de Prado Nuevo, decía la Virgen, dando por hecha la consagración: «El Vicario de Cristo, mi amado hijo, hija mía, este hombre ha consagrado el globo terrestre, hija mía; ahora corresponde a los humanos coger esas gracias...» (24-3-1984).
«Llevad mis mensajes por todos los rincones de la Tierra. Haced caso, hijos míos; el tiempo se aproxima, hijos míos. Os quiero salvar a todos» (La Virgen).
Los mensajes de Prado Nuevo se fueron publicando, primero en libritos, durante varios años; después, en hojas sueltas hasta el último de ellos, con fecha de 4 de mayo de 2002. Desde España, se han ido extendiendo a diferentes lugares del mundo. Hoy día están traducidos, en parte o en su totalidad, a los idiomas principales, especialmente al portugués y francés, en beneficio de los peregrinos de ambas lenguas, que son los más numerosos del extranjero; igualmente se han traducido al inglés, alemán e italiano. Hay varias páginas web (3) donde se pueden consultar los mensajes y otras informaciones e imágenes relacionadas con Prado Nuevo.
Los mensajes de El Escorial tienen un contenido conforme a la Sagrada Escritura y la Tradición; en total, se han contabilizado 376. En ellos se tocan las verdades principales de la fe católica, de manera sencilla pero profunda. Contienen profecías, unas ya cumplidas y otras por cumplir. Al establecer concordancias con la Biblia, se encuentran abundantes fragmentos de mensajes que coinciden con la palabra de Dios; especialmente del Evangelio, cartas de san Pablo y otros libros del Antiguo y Nuevo Testamento. Entre las profecías ya cumplidas, citamos una muy clara; anunciaba la Virgen el 15 de mayo de 1984: «...ya te he dicho que todos, todos no aman a mi Corazón. Y si no me manifiesto en este lugar, me manifestaré en otro, hija mía. Pero este lugar es sagrado, porque han pisado mis pies sobre este lugar. Piensa que, en otras ocasiones, también han quitado que vayan a ver mis manifestaciones; pero no lo han podido conseguir, hija mía, porque, si no es dentro, es fuera. Pero seguiré manifestándome». Está anunciando lo que sucedería años después durante la persecución del gobierno municipal de El Escorial (inicios de los años noventa), que prohibió el acceso a la finca de Prado Nuevo, impidiendo así acercarse al fresno de las apariciones. «Y si no me manifiesto en este lugar, me manifestaré en otro»: como de hecho ocurrió al tener que usar «Nuevo Prado», finca cercana a la anterior frente a la nave «Ave María», donde la Virgen siguió bendiciendo a los «peregrinos» que acudían por entonces a El Escorial.
Otros mensajes que hacen referencia a dicha profecía son los siguientes: 29-7-1984; 4-9-1993; 1-1-1994.
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(1) Moralia, 31, 45.
(2) Sermón 169.
(3) Apuntamos dos de ellas, que remiten a otras: www.virgendolorosa.net y www.virgendolorosa.com.
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