"Yo prometo a todo el que rece el Santo Rosario diariamente y comulgue los primeros sábados de mes,
asistirle en la hora de la muerte.
"
(El Escorial. Stma. Virgen, 5-03-82)

"Todos los que acudís a este lugar, hijos míos, recibiréis gracias muy especiales en la vida y en la muerte."
(El Escorial. El Señor, 1-1-2000)


MENSAJE DEL DÍA 24 DE JUNIO DE 1983 (1)

EN LA FINCA DE “SAN JOSÉ” EN NAVAZARZA (GALAPAGAR)

 

     LA VIRGEN:

     Hija mía, hijos míos, uníos en amor a todos; unidos podéis emprender una buena obra de misericordia y amor hacia vuestros semejantes. En un mensaje, hija mía, te dije que tenías que unirte a Teresa de Jesús; tienes que hacerlo. Hay que sembrar para recoger; podéis hacer obras de misericordia; todo el que siembra recoge; podéis hacer obras de amor y misericordia para con los pobres, y recibiréis vuestra recompensa en las moradas celestiales.

     No os aferréis a las cosas de este mundo, que no sirven nada más que para condenaros.

     La copa de la misericordia de Dios se acaba; por eso os pido que ayudéis a salvar muchas almas, por lo menos quiero que se salve la tercera parte de la Humanidad; el mundo sigue en peligro. ¡Cuántas almas se están condenando porque no tienen a nadie que les hable de Dios!

     Fundad casas de amor y misericordia para los pobres; hay muchos que necesitan que se les hable la palabra de Dios.

     Sí, mi Corazón sangra de dolor por todos mis hijos; no quiero que se condenen, corre prisa para que cojáis y salvéis almas.

     Besa el suelo... Este acto de humildad sirve para salvar almas.

     ¡Cuántos hay que no hacen caso de los mensajes de su Madre! No saben que su Madre sólo quiere salvar las pobres almas, ¡pobres almas!

     Mira mi Corazón, está transido de dolor por las almas consagradas. Te voy a dar una gran alegría: se han purificado cinco... Seguid rezando el santo Rosario, haced sacrificios, haced oración. Para purificar almas es preciso hacer oración y sacrificios. No toques mi Corazón.

     Besa los pies, hija mía, en recompensa de tus sacrificios...

     Hijos míos, ¡podéis salvar a tantas almas! ¿De qué le vale al hombre tener todas las riquezas del mundo, si pierde su alma? No os aferréis a las cosas terrenas. Repartid, repartid vuestras riquezas, dad y recibiréis.

     Fundad, y haced buenas obras para el bien de las almas; también haced sacrificios y oración por los pobres pecadores, porque recibiréis vuestra recompensa.

     Os bendigo como el Padre os bendice en el nombre del Hijo y con el Espíritu Santo.

     Sed humildes, amad a vuestro prójimo; quien no ama al prójimo, no ama a mi Hijo.

     Adiós, hijos míos. Adiós.


(1) No existe grabación en audio de este mensaje; fue transcrito a mano por Esperanza de la Hoz. Cf. o. c., nº 1, pp. 144-145.


COMENTARIO A LOS MENSAJES

24-Junio-1983

 

     «Hija mía, hijos míos, uníos en amor a todos; unidos podéis emprender una buena obra de misericordia y amor hacia vuestros semejantes. En un mensaje, hija mía, te dije que tenías que unirte a Teresa de Jesús(1); tienes que hacerlo. Hay que sembrar para recoger; podéis hacer obras de misericordia; todo el que siembra recoge; podéis hacer obras de amor y misericordia para con los pobres, y recibiréis vuestra recompensa en las moradas celestiales» (La Virgen).

 

     En diferentes mensajes de Prado Nuevo se pide realizar obras de amor y misericordia; en éste que comentamos fue la primera vez; se iba preparando ya lo que después se convertiría en una realidad, cuando se empezaron a abrir las residencias de mayores, llevando a cabo así el deseo de la Virgen. Recordemos algunos de estos mensajes:

         «...tienes que fundar obras de misericordia y amor para los pobres, hija mía, para que se salven muchas almas» (La Virgen, 25-6-1983).

         «Quiero obras de amor y misericordia en este lugar» (La Virgen, 3-10-1992).

         «...amaos los unos a los otros y haced obras de amor y misericordia» (El Señor, 3-7-1993).

         «Yo os he pedido este lugar para orar y para hacer obras de amor y misericordia» (La Virgen, 4-9-1993).

         «Defended mi Obra y seguid haciendo obras de amor y misericordia» (El Señor, 2-10-1993).

         «Haced obras de amor y misericordia, hijos míos, y amad a Dios, vuestro Creador» (El Señor, 6-1-1996).

         «...pensad en los que sufren, en los que tienen hambre, en los perseguidos, en los enfermos; practicad las obras de misericordia» (El Señor, 5-10-1996).

     El Catecismo de la Iglesia Católica enseña:

     «Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales socorremos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios» (n. 2447).

     Entre las «Fórmulas de doctrina católica» que incluye el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica(2) se enumeran las clásicas 14 obras de misericordia, que no hemos de olvidar, procurando ponerlas en práctica: corporales: 1.- Visitar y cuidar a los enfermos. 2.- Dar de comer al hambriento. 3.- Dar de beber al sediento. 4.- Dar posada al peregrino. 5.- Vestir al desnudo. 6.- Redimir al cautivo. 7.- Enterrar a los muertos. / Espirituales: 1.- Enseñar al que no sabe. 2.- Dar buen consejo al que lo necesita. 3.- Corregir al que yerra. 4.- Perdonar las injurias. 5.- Consolar al triste. 6.- Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. 7.- Rogar a Dios por vivos y difuntos.

     Y los santos han dicho con inspiración sobre lo mismo:

– «Las obras de misericordia son la prueba de la verdadera santidad» (Sto. Tomás de Aquino, Catena Aurea, vol. II, p. 15).

– «La caridad no se practica sólo con el dinero. Podéis visitar a un enfermo, hacerle un rato de compañía, prestarle algún servicio, arreglarle la cama, prepararle los remedios, consolarle en sus penas, leerle algún libro piadoso (Santo Cura de Ars, Sermón sobre la limosna).

– «Las obras de misericordia son variadísimas, y así todos los cristianos que lo son de verdad, tanto si son ricos como si son pobres, tienen ocasión de practicarlas en la medida de sus posibilidades; y aunque no todos puedan ser iguales en la cantidad de lo que dan, todos pueden serlo en su buena disposición (San León Magno, Sermón 6 sobre la Cuaresma).

– «Dad limosna: esta palabra se refiere a todas las obras de misericordia, porque da limosna no sólo el que da de comer al que tiene hambre y otras necesidades por el estilo, sino también el que perdona a quien le falta y ruega por él, el que corrige a otro...» (San Beda, Catena Aurea, vol. VI, p. 49).


(1) Dos mensajes, uno anterior (9-11-1982) y otro contiguo a éste (25-6-1983), hablan del mismo tema, citando a santa Teresa de Jesús, a quien también se cita en los siguientes: 20-1-1983; 29-7-1984; 15-8-1984; 2-9-1989. Le pide la Virgen a Luz Amparo que se una a la Santa de Ávila, para que la ayude e inspire en la realización de la Obra de Prado Nuevo.

(2) Madrid, 2005, p. 231.