"Yo
prometo a todo el que rece el Santo Rosario diariamente y comulgue
los primeros sábados de mes, asistirle en la hora de la muerte." (El Escorial. Stma. Virgen, 5-03-82) |
"Todos
los que acudís a este lugar, hijos míos, recibiréis
gracias muy especiales en la vida y en la muerte." (El Escorial. El Señor, 1-1-2000) |
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MENSAJE DEL DÍA 22 DE MAYO DE 1983, DOMINGO DE PENTECOSTÉS,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN:
Hija mía, hija mía, voy a empezar diciéndoos, hijos míos, y repitiéndoos: sacrificio, hijos míos, sacrificio para la salvación de toda la Humanidad. Pedid al Padre, hijos míos, que os mande la luz con el Espíritu Santo, para poder ser apóstoles de los últimos tiempos.
Sí, hijos míos, el Padre os mandará la luz que necesitáis para poder publicar por todas las partes, por todos los rincones del mundo, la luz de los Evangelios de la santa Madre, hijos míos. Vuestra santa Madre, Pura e Inmaculada os pide que no seáis judas; que pidáis gracias, que Ella derramará sobre todos vosotros.
No, hijos míos, no crucifiquéis más a mi Hijo; estáis diariamente ofendiendo a la Divina Majestad de Dios Padre, hijos míos. No seáis ingratos, hijos míos, pedid por la salvación de vuestra alma; sólo pedís los milagros del cuerpo, pero, ¡cuántos aquí presentes no pensáis en el milagro del alma! Para nosotros, hijos míos, lo más importante es el alma, hijos míos. ¡Cuántos estáis escuchando las palabras de vuestra Madre y no os habéis acercado al sacramento de la Confesión, para luego poderos acercar, con la luz del Espíritu Santo, a recibir el Cuerpo de mi Hijo, hijos míos! Está prisionero por vosotros día y noche, hijos míos; tened compasión de nuestros Corazones.
Sí, hija mía, sigue pidiendo por las almas consagradas. Yo nombraré, cuando llegue el momento, apóstoles para los últimos tiempos. Tenéis que estar preparados, hijos míos.
Besa el suelo, hija mía, en reparación de todos los pecados del mundo... Este acto de humildad, hija mía, sirve para la conversión de los pobres pecadores. Sí, hija mía, tienes que sufrir, es preciso para la salvación de las almas. Mi Hijo escoge víctimas, víctimas para poder salvar a la Humanidad; mientras haya víctimas, hija mía, se seguirán salvando almas.
Seguid rezando, hijos míos, el santo Rosario, hijos míos; ofrecedlo por los pobres pecadores. También, hijos míos, haced sacrificios por el Vicario de Cristo, está en un gran peligro.
Mira, hija mía, cómo está mi Corazón por la ingratitud de los hombres; no tienen piedad del Corazón de su Madre. Quita sólo una espina, hija mía, sólo se ha purificado una... Tira, tira sin miedo. No toques más.
Escribe un nombre, hija mía, en el Libro de la Vida, el que tú quieras, hija mía... Ya hay otro nombre más, hija mía, en el Libro de la Vida; no se borrará jamás.
Hija mía, con tus sacrificios, con los sacrificios de muchas almas, ¡se puede ayudar a tantas almas que están tan necesitadas, hija mía! Sí, hija mía, es preciso sufrir, aunque los humanos piensen que nuestros Corazones no sufren. Para nosotros, hijos míos, no hay pasado ni futuro, todo es presente, hijos míos. Seguid haciendo oración y sacrificio, hijos míos. Todos aquéllos que no os hayáis acercado al sacramento de la Confesión, hacedlo hoy mismo, hijos míos, para recibir la luz que necesitáis para entrar en el Reino del Cielo. No seáis cobardes, hijos míos. Nadie, que nadie os asuste, hijos míos; pueden matar vuestro cuerpo, pero nunca jamás podrán destruir vuestra alma.
Sí, hijos míos, os bendigo como el Padre os bendice por medio del Hijo y con la luz del Espíritu Santo.
Adiós, hijos míos, adiós.
22-Mayo-1983
«Seguid rezando,
hijos míos, el santo Rosario, hijos míos; ofrecedlo por los
pobres pecadores...» (La
Virgen).
Nos fijamos esta vez
en la frase anterior del mensaje, donde recomienda la Virgen, como tantas
veces, que se rece su oración predilecta: el Rosario. El 15 de enero
de 1982 ya expresaba dicha predilección con las siguientes palabras:
«...el santo
Rosario es lo que más me agrada; mi Rosario, hija mía. Yo
quiero que recen mi plegaria preferida».
En el mes de octubre,
el mes del Rosario por excelencia, presentamos una selección de
mensajes de Prado Nuevo —entre muchos—, donde se hace referencia
a esta excelente devoción mariana. Antes de todo, no queremos dejar
de citar al Papa actual, Benedicto XVI, quien siguiendo los pasos de su
antecesor, Juan Pablo II, es un devoto del Santo Rosario, cuyo rezo igualmente
recomienda. Así quedó reflejado, por ejemplo, durante el
rezo del Ángelus de 1 de octubre de 2006:
«El
próximo sábado, día 7, celebraremos la fiesta de la
santísima Virgen del Rosario, y es como si, cada año, la
Virgen nos invitara a redescubrir la belleza de esta oración, tan
sencilla y tan profunda. El amado Juan Pablo II fue gran apóstol
del Rosario: lo recordamos arrodillado, con el rosario entre las manos,
sumergido en la contemplación de Cristo, como él mismo invitó a
hacer con la carta apostólica Rosarium
Virginis Mariae. El Rosario es oración
contemplativa y cristocéntrica, inseparable de la meditación
de la Sagrada Escritura. Es la oración del cristiano que avanza
en la peregrinación de la fe, siguiendo a Jesús, precedido
por María. Queridos hermanos y hermanas, quisiera invitaros a rezar
el Rosario durante este mes en familia, en las comunidades y en las parroquias
por las intenciones del Papa, por la misión de la Iglesia y por
la paz en el mundo».
Sigamos las enseñanzas
del Papa, siempre coincidentes con la doctrina de los mensajes de El Escorial.
A continuación, ofrecemos una selección de los mismos, donde
se menciona el Rosario, su valor y sus frutos:
·
«Hija
mía, el santo Rosario rezado con devoción tiene mucho poder» (La
Virgen, 1-V-1981).
·
«Rezad
el Rosario con mucha devoción todos los días; meditad un ratito
después de cada misterio, ofrecedlo por la paz del mundo, principalmente
por la paz de España» (La
Virgen, 14-X-1981).
·
«Es
muy importante rezar el santo Rosario todos los días. Sobre todo,
diles que lo hagan con mucha devoción» (El Señor, 20-XI-1981).
·
«...rezad
el santo Rosario todos los días; meditad un ratito cada misterio,
es preciso que se recen los quince misterios del Rosario, pues en cada rosario
se salvan muchas almas» (La
Virgen, 11-XII-1981).
·
«El
santo Rosario es lo que más poder tiene. Con el santo Rosario, hija
mía, se puede salvar toda la Humanidad. Yo prometo a todo el que rece
el santo Rosario diariamente y comulgue los primeros sábados de mes,
asistirle en la hora de su muerte» (La
Virgen, 5-III-1982).
·
«Sigue
rezando el santo Rosario, que agrada tanto a mi Madre; consoladla con su
plegaria; y vosotros, hijos míos, id por todo el mundo rezando el
santo Rosario y propagando la ley de los santos mandamientos de Dios» (El
Señor, 2-IV-1982).
·
«Con
el santo Rosario, que es la plegaria de mi Madre, podréis evitar,
como te he dicho otras veces, hija mía, una gran guerra, una gran
catástrofe y muchos peligros que hay en el mundo» (El Señor, 4-IV-1985).
·
«Rezad
el santo Rosario todos los días. Con el santo Rosario, hijos míos,
se arreglarán muchos problemas espirituales y morales, nacionales
e internacionales» (La Virgen, 4-VI-1988).
·
«Rezad
el Rosario todos los días, hijos míos; todo el que rece el
santo Rosario estará
en mi rebaño y será protegido con mi manto y asistido en
la hora de la muerte» (La
Virgen, 7-VII-1990).
·
«Luchad;
el arma del Rosario es muy poderosa, hijos míos; por eso el enemigo
está
furioso; luchad todos juntos como buenos cristianos y rezad la plegaria
favorita de mi Corazón» (La Virgen, 7-VIII-1993).
·
«Cada
avemaría que rezáis en este lugar es un pétalo de rosas
que tendréis en el Paraíso. El Rosario... los hombres lo han
olvidado: ¡una plegaria tan hermosa para las familias!» (La Virgen, 5-II-2000).
·
«Rezad
el santo Rosario, hijos míos; os pido que lo recéis en familia,
pues no le dan importancia al santo Rosario; pero Dios puede compadecerse
de los hombres que rezan esta plegaria diariamente» (La Virgen, 1-VII-2000).
·
«Se
han olvidado de rezar el santo Rosario, y el santo Rosario, hijos míos,
es muy importante porque puede parar una guerra, ganar una batalla, curar
enfermedades, sanar almas... Es una plegaria tan hermosa, que a Dios le gusta
que se rece» (El
Señor, 5-VIII-2000).
·
«Rezad
el santo Rosario, hijos míos; no olvidéis esa plegaria tan
favorita de María, y que tanto bien hace a las almas. Con el santo
Rosario se puede evitar grandes catástrofes, hija mía. El Rosario
tiene mucho valor, y los hombres lo han olvidado. Rezad el Rosario en familia,
hijos míos. Padres, enseñad a vuestros hijos la oración
del santo Rosario, que es unidad» (El Señor,
5-V-2001).
·
«Todo
el que rece el santo Rosario diariamente, lo protegeré durante toda
su vida y lo visitaré en la hora de la muerte. El Rosario es un arma
poderosa contra todos los males que hay en el mundo, hijos míos. Rezad
el Rosario en familia» (El
Señor, 2-III-2002).