MENSAJE DEL DÍA 22 NOVIEMBRE 1980
En la festividad de Santa Cecilia, en Noviembre de 1.980, en San Lorenzo de El Escorial, parece que el Señor se manifiesta a una señora de condición y situación humilde, cuyo nombre es Amparo, por medio de la palabra y signos exteriores; ella acepta con resignación sufrir la Pasión de Jesucristo, sufriendo periódica y principalmente los viernes, los estigmas durante unas horas, y después se cierran las heridas sin dejar huellas ni cicatriz alguna, recibiendo en aquella fecha este significativo y literal mensaje:
"EL QUE TEME A DIOS TENDRA SU RECOMPENSA EN EL CIELO. EL QUE LE DESPRECIA Y LE BLASFEMA NO ENTRARÁ EN EL REINO DE LOS CIELOS".
"Dios siembra la semilla en los corazones, pero sucede que la mayoría de los corazones, llenos de abrojos, no dejan crecer la semilla; más les valiera no haber nacido, porque a ellos les estoy dando muchas oportunidades de salvarse. Cuando llegue el momento terrible no habrá lamentos, no tendré oídos para escucharlos; el tiempo está muy cerca, no cerréis vuestros oídos; dichosos los que se arrepientan, pues ellos podrán entrar en el Reino de Dios; porque Dios lo puede todo, y en un segundo puede arrojar al fondo del Infierno al blasfemo, al impuro, al incrédulo, a los hipócritas. . . Yo estoy dando pruebas para que se salven, que pidan a Dios, que es su Padre Celestial. Yo dí mi vida para redimirlos a todos y que no sean tan ingratos. Diles que Dios con su gran poder puede iluminar la Tierra y hacer arder en ella a toda la gente impura, blasfema, sacrílega. . . Diles que Dios persigue a aquellos que publiquen doctrinas falsas. Diles que practiquen la Doctrina Cristiana, y que el sacerdote o religioso que haga votos de pobreza, de castidad y de obediencia, cumpla con esos votos y, si no, luego vendré YO y rendirán cuentas".
El Señor continuó diciéndole: "Hija mía, reza mucho por la paz de España y de todo el mundo, haz muchos sacrificios y pide a todos que lo hagan; pide que no ultrajen el Divino Corazón de Jesús y que pidan por intercesión de mi divina y purísima Madre, que tiene el Corazón traspasado de dolor por tantas ofensas hechas a su Hijo".
COMENTARIO A LOS MENSAJES (1)
22-Noviembre-1980
Es el primer mensaje recogido en el tomo 1° de "¿Continúa Dios manifestándose a los humildes?"
En el comienzo dice: "El que teme a Dios tendrá su recompensa en el Cielo. El que le desprecia y le blasfema no entrará en el Reino de los Cielos". Palabras profundas, que nos recuerdan las que aparecen en diferentes pasajes de la Sagrada Escritura y que nos hablan del "temor de Yahvé (Dios )". En el libro del Éxodo, p. ej., Moisés pide a Israel que el temor de Dios esté ante sus ojos, "a fin de que no pequéis" (Ex. 20,20). En otro libro de la Biblia está escrito: "Principio de la sabiduría es el temor del Señor" (Eco. 1, 14); y en los Proverbios aparece como fruto de la humildad: "Premio de la humildad, el temor de Yahvé" (Pr 22, 4).
El temor de Dios es uno de los dones del Espíritu Santo y significa respeto a sus mandamientos y temor de ofenderle; al mismo tiempo, su presencia en el alma aleja del mal y mueve el corazón hacia el bien.
La otra frase del mensaje nos advierte del destino de aquellas almas que se apartan de Dios y rechazan reconciliarse con Él. Estas personas no aceptan la Gracia y, en consecuencia, no entrarán en la gloria de los bienaventurados, si permanecen así hasta el fin de su existencia terrena. Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: " ' Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada' (Mt 12, 31; cf. Mc 3, 29; Lc- 12, 10). No hay Límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna" (nº. 1864).
Las palabras siguientes son lamentos del Señor ante la falta de respuesta de los hombres que no abren su corazón a la gracia divina: "Dios siembra la semilla en los corazones, pero sucede que la mayoría de los corazones, llenos de abrojos, no dejan crecer la semilla" (cf. Lc 8, 5-15: parábola del sembrador).
Pide también que se practique la doctrina cristiana, "y que el sacerdote o religioso que haga votos de pobreza, de castidad y de obediencia, cumpla con esos votos". Que se rece por la paz de España y de todo el Mundo; "que no ultrajen el Divino Corazón de Jesús y que pidan por intercesión de mi divina y purísima Madre, que tiene el Corazón traspasado de dolor por tantas ofensas hechas a su Hijo". El papa Juan Pablo II, en diferentes ocasiones, ha confirmado esta verdad de la mediación de la Virgen; lo acaba de hacer recientemente: "Junto con el Corazón misericordioso de Cristo veneramos el Corazón Inmaculado de María la Santísima, mediadora de gracia y de salvación" (Ángelus, 23-6-2002).
(1) Iniciamos estos comentarios, para contribuir a lo que el Señor pidió en el último mensaje de 4 de mayo de 2002 en Prado Nuevo: "Sólo pido,. hijos míos, que meditéis todos los mensajes [...] meditad ,desde el primero hasta el último".
"Haced apostolado por todas las partes
del mundo, hijos míos,
extended los mensajes, hijos míos.
¡Cuántos se ríen de mis mensajes!
Llevadlos por todos los rincones de la tierra.
(Stma. Virgen: 1-10-1983)