MENSAJE DEL DÍA 12 DE AGOSTO DE 1982
EN SAN LORENZO DE EL ESCORIAL (MADRID)

(Estando Luz Amparo en su trabajo, queda estigmatizada. Las primeras palabras del mensaje no se alcanzaron a transcribir).

LA VIRGEN:

...Están formando planes diabólicos contra ti, porque intentarán destruir todo esto. Haz penitencia por mis almas consagradas; que muchos conventos están muy relajados porque han aflojado en la oración y en la penitencia.

Satanás es el enemigo que está rodeando todo esto. Se está metiendo en la Iglesia Santa de Cristo. La están destruyendo ellos mismos. No hables con nadie, hija mía, a no ser con el Cardenal o el Obispo. No te dejes sorprender por los lobos con piel de oveja, que están tratando...

¿Qué ha sido de mi Iglesia? La Iglesia de mi Hijo se destruye poco a poco; no tiene humildad. Pide oración y sacrificio. Hazlo tú por todos ellos, por la perversidad de la Humanidad, por todos mis hijos.

Haced penitencia y oración; haced sacrificios. Tú, hija mía, no te abandones, extiende mis mensajes por todo el mundo; no hacen caso, les espera un castigo muy grande. Haced oración al Padre Eterno. Oración y penitencia.

Besa el suelo, hija mía...

Ésas, mis almas consagradas, hay que salvarlas; a mi Hijo lo ponen en cruz esos falsos pastores. Besa el suelo otra vez... Levántate de este acto de penitencia. Arrodíllate. Ofrécete como víctima al Padre Eterno, que Él haga lo que quiera de ti. Ofrécete como un juguete en sus manos. Sé humilde.

Yo también sufro. Mira mi Corazón cómo está por esas almas consagradas. ¡Qué falsos profetas! El Anticristo está en mi Iglesia; está entre todos ellos. No se ha dado a conocer.

Que salgan mis mensajes por el mundo para redimir a todos. Tu director que no se acobarde, aunque sea un mártir como tantos otros que ha habido en la Tierra. Pensad en el alma, que el cuerpo no vale nada. Hija mía, besa mi mano. Te doy la bendición en el nombre del Padre Eterno, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

La cruz es lo más importante para llegar al Cielo. Llevadla sobre los hombros. Mi Corazón está dolorido. Mi Corazón reinará, hija mía, en todo el mundo; será la salvación de la Humanidad, hija mía; está transido de dolor por la agonía y Pasión de Cristo. Meditad en la Pasión, hijos míos, que está olvidada. ¡Cuántas almas se salvarían si la meditaran! Pero, ¡qué ingratitud hay en el mundo de los humanos! Vas a sufrir mucho, hija mía. ¡Pobre Vicario!, cuánto tiene que sufrir por algunos de los que le rodean. ¡Qué ingratos son! Son fariseos hipócritas, destructores de la doctrina de mi Hijo; no saben lo que les espera. Será horrible el Castigo.

Tú, hija mía, dedícate el viernes entero a la Pasión. La tienen olvidada. No se acuerdan de sus tormentos. Haced oración y penitencia y alcanzaréis el Reino de Dios.

Humildad, humildad es lo que pido. Vuelve a besar el suelo...

Hoy no me puedes quitar ninguna espina, están muy clavadas por los pecados de mis almas consagradas. No intentes tocarlas, hija mía. No, hija mía. Tu dolor vale para ayudar a salvar la Humanidad.

Adiós, hija mía. Adiós.


COMENTARIO A LOS MENSAJES
12-Agosto-1982

Este mensaje fue comunicado por la Santísima Virgen a Luz Amparo en el lugar de su trabajo tras quedar estigmatizada. Solamente interviene nuestra bendita Madre y sus primeras palabras no se alcanzaron a transcribir.

En el comienzo de este mensaje, que fundamentalmente se centra en la Iglesia y en sus almas predilectas, afirma la Virgen con dolor: «Haz penitencia por mis almas consagradas; que muchos conventos están muy relajados porque han aflojado en la oración y en la penitencia.

Satanás es el enemigo que está rodeando todo esto. Se está metiendo en la Iglesia Santa de Cristo».

Las palabras de la Virgen nos recuerdan las que pronunció en sus apariciones de la Salette a la pastora Melania el 19 de septiembre de 1846, mencionadas también en el comentario del mes anterior. En este secreto, que le pidió publicase en 1858, advertía: «En los conventos, las flores de la Iglesia estarán corrompidas y el demonio se convertirá en rey de los corazones. Que los que están al frente de las comunidades religiosas vigilen a las personas que han de recibir, porque el demonio usará de toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el amor de los placeres carnales se extenderán por toda la Tierra».

«Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar», afirma el apóstol san Pedro1. Satanás no descansa ni de día ni de noche, queriendo arrebatar el mayor número posible de almas del camino del Evangelio para arrastrarlas al Abismo con él. El Rey de la mentira seduce al hombre de múltiples maneras engañosas, que tienen en común el presentar el mal con apariencia de bien, para hacernos sucumbir en la tentación y terminar siendo esclavos del pecado. De este modo, y muy sutilmente, también se introduce en la vida religiosa a través del descuido en la oración, el sacrificio y la penitencia, y ejerce su diabólica influencia para que se pierda la vivencia del carisma original de los fundadores con el falso pretexto de adaptarlo a los tiempos actuales, inoculándoles el veneno mundano. Muchas veces, el Maligno nos vence porque no hacemos caso de lo que el Señor nos dice en su Evangelio: «Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil»2. Por esto, la Virgen, que sufre tanto en su Corazón Inmaculado lleno de espinas por los pecados de las almas consagradas y de la Humanidad, no cesa de aconsejar-nos estas prácticas en sus mensajes celestiales de Prado Nuevo.

Aflojar en la oración y la penitencia, como nos refiere la Virgen, es facilitar al Adversario el apoderarse de las almas. Estos medios que Dios nos ofrece son indispensables para que todos, laicos y consagrados, podamos luchar contra los enemigos del alma: mundo, demonio y carne. Sólo así, el hombre es capaz de caminar en la Tierra con la mirada fija en el Cielo, y puede cumplir la misión para la que ha sido creado, y que san Ignacio de Loyola resume con estas palabras: «El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su ánima»3.Sigamos el consejo evangélico del Señor: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá»4. Hagamos oración y sacrificio por las almas consagradas, como nos pide la Virgen; ¡las ama tanto su Corazón Inmaculado! Perseveremos en la plegaria; es «preciso orar siempre sin desfallecer»5, dice Jesús en el Evangelio. En una ocasión —describe santa M° Faustina Kowalska— «Jesús me dio a conocer cómo el alma debe ser fiel a la oración, a pesar de las tribulaciones y la aridez y las tentaciones, porque de tal plegaria en gran medida depende a veces la realización de los grandes proyectos de Dios»6. La oración es lo más importante, la oración lo puede todo.

«¿Qué ha sido de mi Iglesia? La Iglesia de mi Hijo se destruye poco a poco; no tiene humildad» (La Virgen).

En este fragmento del mensaje, aparece la Virgen identificando «al enemigo que destruye la Iglesia: la falta de humildad de gran parte de sus miembros, que ya no conceden valor alguno al sacrificio, esa buena moneda de curso legal en el Cielo»7. Esta situación es en gran medida fruto de olvidar el supremo ejemplo de humildad de Jesús y mutilar su doctrina. Nadie tuvo jamás dignidad comparable a la suya, y nadie sirvió con tanta solicitud a los hombres: «...que el mayor entre vosotros será como el menor, y quien manda como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está sentado? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve»8. «El gran san Cipriano, que era jefe de una comunidad compuesta de gente humilde e iletrada, decía hace mucho tiempo: "Nosotros no somos filósofos en las palabras sino en los hechos; no decimos grandes cosas, pero las vivimos"»9. Solo con oración y sacrificio, el hombre adquiere la perla preciosa de la humildad, por la que toma conciencia del puesto que ocupa ante Dios y ante los demás hombres, que le ayuda a moderar los deseos de gloria humana y le impulsa a ejercitarse en la caridad.

«La cruz es lo más importante para llegar al Cielo. Llevadla sobre los hombros. Mi Corazón está dolorido. Mi Corazón reinará, hija mía, en todo el mundo; será la salvación de la Humanidad, hija mía; está transido de dolor por la agonía y Pasión de Cristo. Meditad en la Pasión, hijos míos, que está olvidada. ¡Cuántas almas se salvarían si la meditaran!» (La Virgen).

«Decía a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame"»10. Meditar en los sufrimientos de Cristo inocente, que padeció por nuestros pecados, nos ayuda a aceptar el dolor, la cruz que acompaña a la vida, como un medio que Dios nos envía para alcanzar el Cielo. La cruz nos sirve para purificar las imperfecciones, para ejercitar y robustecer las virtudes, y para que, desapegándonos de lo terreno, alcancemos en la eternidad la unión con Cristo Resucitado. Si acudimos en esta vida a la Santísima Virgen, que participó tan intensamente de la Cruz de su Hijo, nos ayudará a cargar la nuestra y nos protegerá con su amor maternal de los males del mundo, porque ¡su Corazón reinará y será la salvación de la Humanidad!

NOTA: Hemos de hacer tres aclaraciones con relación a los dos comentarios a los mensajes más recientes:

1.- En el correspondiente a la bendición del mes de junio, en el tercer párrafo, se pone una revelación del Corazón de Jesús a santa Margarita María de Alacoque; incluimos aquí otra traducción más clara de una de las frases: «He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que no se ha reservado nada hasta agotarse...».

2.-En el mismo comentario de junio, al final del último párrafo, sobran las siguientes palabras: «y el Vaticano II», quedando así: «...cuya formulación tomó el Concilio Vaticano 1 en el contexto de la doctrina sobre la creación» (6-8-1986).

3.- Anexo a la bendición de julio, se comenta un mensaje, que se cifra el 6 de agosto de 1982, cuando realmente corresponde al 6 de agosto de 1983. Hemos de decir que en ambos años (1982 y 1983), en la fiesta de la Transfiguración del Señor, hubo éxtasis de Luz Amparo y visión correspondiente; de ahí el error, por semejanza de fechas, al señalar el año de 1982. El primero de los éxtasis (6-8-1982) y su mensaje no se recogen en los opúsculos titulados ¿Continúa Dios manifestándose a los humildes?; el segundo sí, el correspondiente al 6 de agosto de 1983, cuyo comentario es el que aparece junto a la bendición de 2 de julio de 2005. Los detalles de la visión de Luz Amparo, incluidos en el comentario que hicimos, pertenecen a lo que contempló la vidente el 6 de agosto de 1982. Esperamos quede así aclarado el error.

Agradecemos a las personas que han detectado estos errores y estamos abiertos a cualquier otra corrección, buscando así la exactitud en la transmisión de estas revelaciones privadas.

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1 1 Pe 5, 8.

2 Mt 26, 41.

3 San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales (Madrid, 1979) p. 25.

4 Mt 7, 7.

5 Lc 18, 1.

6 Sta. M° Faustina Kowalska, Diario, II, 872; La Divina Misericordia en mi alma (Stockbridge, Massachussets, 2000) p. 346.

7 Loyer-Krause, A., ¿Son verdad las apariciones de El Escorial? (Quito, 1996) p. 299.

8 Lc 22, 26-27.

9 Henry de Lubac, Meditación sobre la Iglesia (Madrid, 1988) p. 236.

10 Lc 9, 23.

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