BIBLIA - SÍNTESIS.164
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SÍNTESIS.164
10-7-23
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Lo que Cristo nos dice ahora es algo más: Hemos de amar al hermano más que a nosotros mismos, si es que queremos imitar a Jesús, si es que aceptamos este supremo mandato suyo, en la hora en que va a morir.
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Y todo esto no es sino la ley natural del amor. Quien ama a otro ser, complemento de su espíritu y complemento de su vida, en realidad lo ama más que a sí.
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Un padre, una madre, un hombre, una mujer que aman humanamente a otra persona, se sacrifican por hacer feliz a la persona a la que aman.
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En realidad de verdad la aman más que a sí. Gozan más con ver feliz a la persona amada, que con gozar ellos mismos de alguna satisfacción propia personal.
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Esa es la ley del amor: Amar a quien se ama más que a sí mismo.
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Y esto es lo que Cristo quiere que traslademos del orden natural al orden sobrenatural.
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Y esto es lo que significa su frase: «Que os améis los unos a los otros, como Yo os he amado».
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Cristo se ha olvidado de Sí por nosotros. Cristo ha puesto su vida por cada uno de nosotros.
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Sublimidad del amor cristiano.-
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Es Jesús mismo quien a continuación nos dice que precisamente ese amor, con esos quilates, es el que ha de ser distintivo del cristiano en el mundo:
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«En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si tenéis amor unos para con otros» (Jn 13,35).
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No será ni la pobreza, ni la austeridad, ni la obediencia, ni otra alguna virtud.
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Todas ellas serán necesarias para conseguir este supremo fruto, pero en realidad de verdad, no serán sino medio.
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El distintivo sublime del que conoce y sigue a Jesús, será este amor a cuantos le rodean, que son imágenes vivientes del mismo Cristo.
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M.S.G. |