Al hacer Pablo en la carta a los fieles de Colosas la exposición de los títulos que corresponden a Cristo y al ir haciendo enumeración de sus maravillosas prerrogativas, dice que Él es la cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia (Col 1,18).
Es resaltar la dignidad que Cristo ha querido conferir a su Iglesia haciéndola su cuerpo; y por otra parte manifestar que Él ha querido aparecer como la parte de mayor prestancia y de mayor influjo en ese Ser misterioso que Él forma con los suyos.
¡Admirable dignación de Cristo y admirable dignidad de los suyos!
4.- Nosotros miembros de Cristo.
Cristo cabeza, ha de tener también un cuerpo completo. Idea profunda y radiante, que Pablo no duda en proponer con toda plasticidad.
Nos dice que Cristo como cabeza que es de la Iglesia tiene que tener sus miembros correspondientes como toda cabeza tiene los suyos propios.
Y ese cuerpo del que Cristo es cabeza está formado por muchos y diversos miembros. Y esos miembros somos nosotros (1 Cor 12,12).