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Y por pura. benevolencia o amor desinteresado «para alabanza de la gloria de su gracia» (Ef 1, 6).
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Y así, «en Él -en Cristo- tenemos, por medio de su sangre, la redención: el perdón de los pecados» (Ef 1, 7).
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Y así, también, «por Él -por Cristo- hemos sido hechos herederos» (Ef 1, 11).
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Y fuimos consagrados substancialmente como miembros de la familia de Dios, «fuísteis sellados con el Espíritu Santo... que es prenda -poseemos una prenda auténtica, tenemos seguridad- de nuestra herencia» -en los cielos- (Ef 1, 13);
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que es nada menos que estar para siempre con Cristo ante el Padre en la Gloria.
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En el capítulo 2.° desarrolla San Pablo alguno de los puntos anteriores, los grandes bienes recibidos y otros que esperamos «por la sangre de Cristo» (Ef 2,13).
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Para sellar, en el capítulo 3.° -esta magnífica carta sobre la Iglesia-, con la idea de la llamada universal a los gentiles (no precisamente los 144.000 de las tribus de Israel de Ap 7, 4) a la misma vocación gloriosa y eternamente feliz en los cielos:
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«... yo, Pablo, el prisionero de Cristo Jesús, por vosotros los gentiles... -a todos los gentiles sin limitación- que los gentiles sois coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa...»(Ef.3,1y6).
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Romanos.- Esta es la gran Carta de San Pablo, escrita antes de su visita personal a los cristianos de la Capital del Imperio.
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Tomemos sólo unas líneas, de las más significativas, sobre nuestro tema:
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La Redención. 1. El hecho -el pecado universal- (cap. 5).
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«... como por un sólo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte...» (Rom 5, 12),
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«¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, por Jesucristo!» (Rom 5, 17).
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2. La Realidad -la Redención realizada por Cristo- (cap. 6).
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Libres del pecado por la muerte de Cristo «... fructificáis para la santidad; y el fin la vida eterna» (Rom 6, 22).
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3.-Una Dificultad -que sale al paso- (cap. 7).