
BIBLIA - SECTAS
TESTIGOS DE JEHOVÁ
"ERRORES Y REFUTACIONES"
SECTAS.14
9-10-23
Las tres personas son Dios
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En pasajes colectivos: (Mt 28, 19), ...bautizándolas en el nombre…
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y (Jn 14, 16-17), ...el Padre mandará el Espíritu de la Verdad…
Por separado:
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El Hijo: Procede del Padre: "Salí del Padre y vine al mundo, ahora dejo el mundo y voy otra vez al Padre" (Jn 16,28).
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Es engendrado por el Padre: "...el Hijo único que está en el seno del Padre..." (Jn 1, 18). "...dio a su Hijo único..." (Jn 3, 16).
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Es enviado por el Padre: "...Dios envió al mundo a su Hijo único...
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y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo, para ser Salvador del mundo" (1 Jn 4, 9 y 14).
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El Espíritu Santo: Procede del Padre y es enviado del Hijo y del Padre:
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"Mas cuando viniere el Consolador, el Espíritu de Verdad, que procede del Padre y yo os enviaré de parte del Padre,
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El dará testimonio de Mí" (Jn 15, 26).
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Recibe del Hijo: "Cuando venga el Espíritu de Verdad... El me glorificará porque recibirá de lo mío" (Jn 16, 13-14).
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En los pasajes colectivos las tres Personas están puestas en la misma línea de respeto y consideración;
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luego las Tres son igualmente Dios.
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Este argumento es irrebatible tanto hoy para toda persona que admita la inspiración divina de la Biblia,
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como lo fue en la lucha antiarriana del siglo IV, cuando muchos con Arrio, presbítero de Alejandría, negaban la perfecta igualdad en la divinidad o "consubstancialidad" del Padre y del Hijo.
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Arrio fue condenado por el Concilio Ecuménico de Nicea -provincia de Bitinia en el Asia Menor- el año 325
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y en dicho Concilio fue declarado como Dogma de Fe lo que creía la Iglesia de Cristo: que Cristo, el Hijo de Dios, es "consubstancial" con el Padre:
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no que tiene una naturaleza igual al Padre -como pasa en la tierra entre padre e hijo-,
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sino que su naturaleza o sustancia es única con el Padre, aunque sean Dos Personas distintas.
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Tras la "Definición" en Nicea (325) de la Divinidad de Cristo y unidad de naturaleza con el Padre, surgió la negación de la Divinidad del Espíritu Santo.
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Esta fue "Definida" en el Primer Concilio de Constantinopla (381) ecuménico y ratificada por el Papa S. Dámaso en el Concilio Romano de 382.
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M.S.G. |