MENSAJE DEL DÍA 22 DE NOVIEMBRE DE 1980
[1]

EN SAN LORENZO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     EL SEÑOR:

     El que teme a Dios tendrá su recompensa en el Cielo. El que le desprecia y le blasfema no entrará en el Reino de los Cielos.

     Dios siembra la semilla en los corazones, pero sucede que la mayoría de los corazones, llenos de abrojos, no dejan crecer la semilla; más les valiera no haber nacido, porque a ellos les estoy dando muchas oportunidades de salvarse. Cuando llegue el momento terrible no habrá lamentos, no tendré oídos para escucharlos. El tiempo está muy cerca, no cerréis vuestros oídos. Dichosos los que se arrepientan, pues ellos podrán entrar en el Reino de Dios; porque Dios lo puede todo, y en un segundo puede arrojar al fondo del Infierno al blasfemo, al impuro, al incrédulo, a los hipócritas...

     Yo estoy dando pruebas para que se salven, que pidan a Dios, que es su Padre Celestial. Yo di mi vida para redimirlos a todos, y que no sean tan ingratos. Diles que Dios, con su gran poder, puede iluminar la Tierra y hacer arder en ella a toda la gente impura, blasfema, sacrílega... Diles que Dios persigue a aquéllos que publiquen doctrinas falsas. Diles que practiquen la doctrina cristiana, y que el sacerdote o religioso que haga votos de pobreza, de castidad y de obediencia cumpla con esos votos y, si no, luego vendré yo y rendirán cuentas.

     Hija mía, reza mucho por la paz de España y de todo el mundo; haz muchos sacrificios y pide a todos que lo hagan; pide que no ultrajen el Divino Corazón de Jesús, y que pidan por intercesión de mi divina y purísima Madre, que tiene el Corazón traspasado por tantas ofensas hechas a su Hijo.

     Que recen todos los días el santo Rosario por la paz del mundo y que hagan muchos sacrificios.



[1] No existe grabación en audio de este mensaje; fue comunicado por Luz Amparo después. Tomado del opúsculo “¿Continúa Dios manifestándose a los humildes?” (en citas siguientes: “o. c.”), 1, pp. 1-2.