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3-nov-22 MEDITACIÓN.15

LA ALEGRÍA EN EL CIELO POR UN PECADOR CONVERTIDO.

El Evangelio de hoy, (Lc.15,1-10) presenta a Jesús enseñándonos la alegría que hay en el Cielo por solo un pecador que se convierta, haciéndonos ver con ello que Dios se complace mucho cuando esto se consigue. ¡SI A ÉL LE COSTÓ ALCANZARLO, QUÉ NO SERÁ AHORA, A SUS DISCÍPULOS!

No nos cuenta Jesús en este pasaje qué sucede en el Cielo si uno solo de los justos se aparta de su justicia e hiciere maldad. Es de pensar, siguiendo la línea que marca la Biblia, que en el Cielo "habría tristeza".

Si Jesús nos dice en uno de los mensajes de Prado Nuevo, coincidiendo con el Evangelio, que cuesta mucho la conversión de un alma, qué no será la de un alma que ha apostatado de la Justicia Divina. Por los casos que nos rodean,  que están a la vista de nuestros ojos, parece casi imposible esa nueva conversión.

Y es una pena, porque demuestran que no han llegado a conocer bien a Jesucristo, a pesar de haber estado en aparente proximidad a Él.

Esto nos debe doler por las consecuencias que vemos reflejadas en la Escritura, referente a su destino, en (Ez.18,24):

"Pero si el justo se aparta de su justicia y comete iniquidad, actuando conforme a todas las abominaciones que comete el impío, ¿vivirá? Ninguna de las obras justas que ha hecho le serán recordadas; por la infidelidad que ha cometido y el pecado que ha cometido, por ellos morirá."

Claro, todo a expensas del arrepentimiento para que actúe la Misericordia Divina, que está siempre dispuesta, por lo que no es problema de Dios, sino de nosotros que quedamos ciegos, y por mucho que nos digan, "no damos nuestro brazo a torcer".

Porque hemos perdido la brújula que nos dirige hacia una vida de acuerdo con los deseos de Nuestra Madre, como nos decía en el Mensaje, (6.6.1992) "Mis huellas son de desprendimiento, de humildad, de obediencia, de caridad".

Esos deseos de la Virgen en Prado Nuevo, para todos, pero principalmente para estas personas, parecen inalcanzables, por lo que no es extraño que no exista ya en ellas ni la “unión, ni el amor y ni la paz”.

¡NO NOS QUEDA OTRA QUE EL SEGUIR REZANDO!

M.S.G.