c) Infalibilidad del Pueblo de Dios.
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Infalibilidad activa en la Jerarquía. Infalibilidad pasiva o receptiva en el Laicado.
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1°.- Veamos el primer aspecto:
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Cristo confiere a sus Apóstoles plenos poderes. Entre otros la infalibilidad -el no poder errar al transmitir su mensaje-.
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Esta idea la tenemos con toda claridad en las últimas frases de Jesús que nos narra Marcos (Mc 16, 14-16).
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El argumento, de estructura filosófica, es sencillísimo.
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Jesucristo habla expresamente a los «once», que son sus legados, los jefes de su Pueblo.
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Jesucristo les manda ir en su nombre a predicar la gran noticia de la salvación a toda criatura.
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Van con delegación plena.
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A continuación dice textualmente:
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«El que creyere y fuere bautizado se salvará, más el que no creyere se condenará».
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Creer es aceptar algo, no porque yo lo veo o lo entiendo, sino por la autoridad de la persona que me lo dice.
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En tal persona se supone, evidentemente, el conocimiento pleno de la materia y la total sinceridad.
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Así es como damos fe a una persona. Así es como nos fiamos de ella. Y Jesús nos dice algo así como esto:
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«En este Reino de los Cielos hay muchas cosas que sois incapaces de comprender, son superiores a vosotros, son misterios de Dios. Yo comisiono a estos hombres para enseñaros en mi nombre. Yo os obligo a creerlos bajo pena de condenación».