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2.- Hombre profundamente inteligente. El mismo Marcos nos presenta agrupados tres hechos de esta pugna intelectual de Cristo con los Jefes de su pueblo.
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Jesús se ve obligado a exponer su doctrina en relación con la autoridad:
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a) Hay que dar a la autoridad lo que le corresponde; y logra no ser envuelto en la intriga.
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El pedir se le enseñe el denario es señal de que él no lo posee, por ser moneda profana -lleva una imagen grabada, cosa prohibida para el uso entre los hebreos fieles-.
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La respuesta, aparentemente inocente, es de una profundidad insuperable. (No niega el derecho de la autoridad, ni se pone de parte del extranjero dominador). (Mc. 12,13ss). Por eso se admiran todos.
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b) La dificultad propuesta por los saduceos, fundada en la Ley de Levirato, está perfecta y espiritualísimamente explicada por Cristo:
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El amor auténtico supera las fronteras de la muerte; y el amor en la otra vida está muy por encima de toda tendencia sexual (Mc. 12,18).
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c) Ahora es Jesucristo quien pasa al ataque. Este hecho, que nos lo narra Marcos a continuación (Mc. 12,35ss), resulta más claro en el pasaje paralelo de Mateo (Mt. 22,41ss).
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Obliga a confesar a sus adversarios que el Mesías es Dios.
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Jesucristo, sin esfuerzo alguno, no sólo ha solucionado las dificultades y ha dejado sin palabra a sus adversarios, sino que les ha puesto en la disyuntiva de callarse para siempre o de reconocer su divinidad.
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La claridad y profundidad de su inteligencia queda patente en estas palabras que brotan de labios de todos (Jn 7,15).
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M.S.G.