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El cap. 13 es ya el preludio de la Pasión.
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La fuerza del Evangelio de Marcos -como Evangelio de Jesucristo Hijo de Dios- está en su sola exposición.
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Copiamos sobre el caso unas palabras sencillas y sensatas de un historiador moderno (Huby):
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Marcos, «propiamente hablando, no hace una descripción del carácter del Señor. Simplemente deja que se revele a través de sus palabras y de sus actos. Para San Marcos, las palabras de Cristo llevan en sí mismas la impronta de su autoridad; y sus actos, sin necesidad de glosarios, conducirán a toda alma de buena voluntad a la creencia cristiana, como antaño había ocurrido con los primeros discípulos.
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Los racionalistas reprochan a San Marcos el haber concedido demasiado lugar a los relatos milagrosos.
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Pero no lograrán explicarse nunca cómo los Judíos de aquel tiempo, que eran estrictamente monoteístas y que esperaban el próximo mesianismo gloriosamente terrestre, llegaron a creer en la divinidad de Jesús, y de un Jesús crucificado: si Este no hubiera hecho obras extraordinarias.
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Ya lo ha dicho un crítico inglés (Wood): 'un historiador científico no podrá nunca aceptar como digna de fe una historia de Jesús que no explique cómo los hombres llegaron a creer en El'.»
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Y por lo que a nosotros respecta, creemos que Pascal es más humano y más sincero cuando dice: «Yo creo gustoso las historias cuyos testigos se dejan degollar en prueba de su veracidad».
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La forma en que estos hechos se nos presentan es impresionante, por su sencillez, su proximidad, su viveza y frescura.
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M.S.G.