BIBLIA - SÍNTESIS.159

  • SÍNTESIS.159

    5-6-23

    • CRISTO VERDAD

    • Estar animado del Espíritu de Cristo, del Espíritu Santo (Rom 8,9) supone haber aceptado la Verdad:

    • la enseñanza del mismo Cristo en todo cuanto nos dice Él, que es Palabra del Padre, Él que es la Verdad misma del Padre (Jn 17,17).

    • La Verdad de Cristo aceptada, es la que purifica el alma dando paso a la fe, o sea a todo cuanto Cristo es y dice.

    • El primer paso de aproximación a Cristo es la aceptación de su Verdad. Primer paso que se da bajo el impulso del Espíritu Santo que es el Espíritu de la Verdad (Jn 14,16).

    • Esa Verdad es la piedra básica de esta construcción sobrenatural, es la raíz profunda de este árbol gigante, la Iglesia, que cobija al mundo.

    • Clara y profundamente nos dijo el Concilio de Trento que la fe -adhesión total a la Verdad de Cristo- es principio y raíz de la justificación, de la santificación (Magisterio de la Iglesia N° 801).

    • CRISTO AMOR

    • Pero esa Verdad fría y descarnada quedaría muerta sin el Amor que es su Alma.

    • Escuchemos primero las palabras de Cristo. Contemplemos después los hechos de Cristo. Y veremos que esa Verdad de Cristo está radiante de amor.

    • LAS PALABRAS DE CRISTO

    • Él es nuestro hermano y su Padre es nuestro Padre.-

    • Cristo vino a rehacer la familia fundada por el Padre. Cristo vino a comunicarnos de nuevo aquel ser de hijos que Dios amorosamente nos había dado el primer día del mundo.

    • Y Cristo se complace en llamar hermanos a los suyos. Precisamente el día primaveral de su Resurrección.

    • Por eso le dice a aquella mujer, la primera aparición que se nos narra:

    • «Ve a mis hermanos» (Jn 20,17).

    • Auténticos hermanos de Cristo, por reconocer al único Padre que está en los cielos:

    • «Mi Padre y vuestro Padre» (Jn 20,17).

    • Pero para ello, es preciso poseer de verdad, no sólo de nombre, el auténtico espíritu de Jesús:

    • «Porque los que son movidos por el espíritu de Dios, esos son los hijos de Dios... habéis recibido el espíritu de hijos y por eso decimos: Abba-Padre... Y si hijos también herederos» (Rom 8,14-17).


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M.S.G.