No puede haber expresiones más claras y bellas que las que nos narra Juan, tomadas de la misma boca de Jesús, cuando predice la Eucaristía.
Es preciso comer su carne para seguir viviendo. Es preciso comer su carne para poseer vida inmortal. Es preciso comer su carne para vivir constantemente de su vida, injertados en Él.
Véanse estas tres ideas, pausadamente en San Juan (Jn 6, 53-56).
6.- Miembros unos de otros.
Pablo está hablando de la sacralidad del cristiano. Está diciéndoles cómo deben abstenerse de todo lo que les envilece, y por consiguiente de la idolatría.
Precisamente para remachar en ellos esa idea de sacralidad que es ser cristiano, les dice así: «Os hablo como a discretos, sed vosotros jueces de lo que os digo.
¿Esa copa sagrada que bendecimos no es un beber la sangre de Cristo? ¿Ese pan que nosotros partimos, no es un comer el cuerpo de Cristo?» Y continúa:
«Porque el pan es uno, formamos la multitud un solo cuerpo, ya que todos participamos de ese único pan» (1 Cor 10,17).
La frase parece oscura, pero en realidad es maravillosa. Si el comer juntos es señal de intimidad, pues no se come con los extraños en la misma mesa.
Si el partir entre todos un pan y comer todos del mismo pan es una expresión de esa intimidad, puesto que el pan es en los pueblos mediterráneos centro de la comida, base del alimento.