OPINIONES EDITADAS

22 - 3 - 20  - SOLICITADO

SI NO ERES "LUZ" ESTÁS "CIEGO"

y volvió con vista. (JN. 9, 1-41.)

Tenemos en el Evangelio de hoy una extraordinaria lección con la curación del ciego de nacimiento.

El ciego cree en Jesús. No sabe quien es, pero se fía. Después, una vez curado, cree que es un profeta, y lo defiende con valentía, y al fin, una vez expulsado y maldecido por los jefes, cree que es el Mesías.

También nosotros hemos sido lavados de nuestros barros con el agua del bautismo, también hemos podido conocer y creer en el Mesías.

Algo maravilloso que nos enseña este Evangelio: El que cree y escucha la Palabra de Dios y la guarda y la vive en el amor, se convierte en luz.

Todos padecemos de ceguera, y la peor de todas es cuando no la reconocemos. Somos miopes y necesitamos un plus de luz, porque lo esencial es invisible a nuestros ojos, porque nos fijamos más en las apariencias que en la realidad, porque no aceptamos el misterio de los acontecimientos y mucho menos de Dios.

La curación del ciego es un precioso ejemplo para nosotros, su curación es progresiva, primero ve al hombre, luego al profeta y por fin al Mesías, y se convierte en testigo de la Luz.

Si estos pasos los hemos dado con firmeza, sin desfallecer, podemos ser verdaderos testigos de Jesucristo y convertirnos en LUZ, pero si los avatares de la vida nos hacen dar una respuesta aparente al amor, entonces nos quedamos en el camino, o retrocedemos, seremos como la semilla sembrada en terreno pedregoso.

Entonces es cuando hay que “entender con el corazón y convertirse, ¡QUE YO LOS CURARÍA!” (Mt.13,15)